
La testimonio que acaba de hacer el Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) considerar a la mandioca como patrimonio intangible de la humanidad no sólo tiene valencia cultural sino que todavía constituye un plus al valencia financiero de este producto mandioca, el cual debe utilizarse para conquistar un incremento de la industria con niveles de prosperidad mucho mayores.
Si como país, encima del valencia cultural que supone el inspección por parte de la UNESCO del conocimiento involucrado en la producción de este alimento, logramos que los más de 10 millones de turistas que visitarán el país cada año lo consuman, aunque una sola vez durante su estancia, una porción de mandioca, y todavía logramos que estos visitantes o una parte importante de ellos transmitan positivamente a sus connacionales la experiencia gustativa que se ha convertido en la aplicación de prácticas tradicionales en este alimento en Venezuela, Cuba, República Dominicana, Honduras y Haití... estaríamos generando una ascenso en la producción de mandioca, estaríamos generando una ascenso en el incremento de esta industria.
La República Dominicana ya cuenta con una próspera industria de la mandioca, que exporta parte de su producción. También cuenta con terrenos aptos para el cultivo de mandioca. Con eso y un trabajo sistemático y aceptablemente enfocado, esta agroindustria tiene asegurado un futuro más prometedor.
La testimonio de la UNESCO debería mejorar las empresas involucradas en esta agroindustria y elevar la calidad de vida de quienes participan, incluidos los productores y procesadores agrícolas.
Otros países lo han acabado en alimentos que han recibido la misma testimonio, y República Dominicana tiene las condiciones para impulsar una agroindustria más próspera, obteniendo beneficios económicos más significativos del patrimonialización de la cocina.