Hace cuatro días llegó a Salcedo, en la provincia Hermanas Mirabal, la Brisita de la Megaparranda navideña, con su exitosa plataforma de conciertos navideños. Ya a las 2 de la tarde, esa hermosa ciudad se encontraba en una alegre fiesta colectiva, recibiendo en masa a turistas nacionales y extranjeros. En mis primaveras de experiencia en el negocio del entretenimiento, nunca había presenciado poco como esto, y esto sucede continuamente en todas las ciudades.

Decidí avisar al mejor hotel de la zona, el Quinto Nivel, para reservar tres habitaciones. La muchacha que atendió la citación estaba muy ocupada, emocionada y eficaz; Me dijo: “Dímelo rápido, porque hoy hay un concierto gratuito del gobierno y el teléfono no deja de sonar. Lo pondré en la lista si alguien se va, porque ya estamos a tope y los precios de las habitaciones son los mismos que en la capital”.

No encontramos dónde tumbarse y tuvimos que regresar.

A las 18 horas, el concierto en Salcedo ya había corto su espacio mayor. La seguridad privada y marcial estaba preocupada, ya que el concurrencia era verdaderamente caótico.

Y no era de desconcertar. La cartelera, que incluía a Blachy, El Rubio del Acordeón, Steffany Constanza, Shadow Blow y Whelinton Toribio, contó con un personal de estrellas impresionante.

Lo que está logrando el presidente Luis Abinader es una excelente cosecha de inversión en entretenimiento cultural y folclórico, permitiendo al pueblo disfrutar de gorra de sus estrellas favoritas. Las ventas de productos de consumo masivo todavía están contribuyendo a la colecta de impuestos para el Estado, acelerando la capital de la ciudad con un dinámico movimiento comercial. Los restaurantes y todo tipo de cesión de comidas y bebidas rápidas se encontraban a pleno rendimiento, cuando terminó el concierto al regresar, nos encontramos con una enorme multitud de personas de comunidades cercanas regresando a sus pueblos.

Esto está sucediendo continuamente. Incluso hay familia que se moja para no perderse a sus artistas favoritos.

Los fenómenos de popularidad, las superestrellas del merengue, la holgorio, la salsa y las fusiones urbanas están demostrando que República Dominicana es un símbolo de alegría, tranquilidad, diversión, sonrisas, bienestar y prosperidad que se puede ver y reparar en todas partes, a pesar de la pobreza mental. que persiste en ciertos sectores políticos.