Los Leones del Escogido lamentan el fallecimiento de Ricardo Carty, un ícono del béisbol dominicano que militó en la lapso de los 70’s con el equipo grana, encima de distinguirse en las Grandes Ligas y con otros equipos del país.

El maravilloso y carismático deportista murió a los 85 primaveras en la ciudad de Atlanta, en Estados Unidos, oportuno a complicaciones de vitalidad.

Carty jugó para los Leones en los torneos de 1970-71 y 1972-73, acumulando en ambas campañas un promedio de .319, con .411 de porcentaje de embasarse, .500 de slugging, 6 jonrones, 29 empujadas y 23 anotadas en 42 partidos de serie regular.

En el 1970-71 se lució con .347 de promedio, 4 vuelacercas, 16 remolcadas y un OPS de 1.030, en una campaña limitada a 21 compromisos oportuno a una fractura de rodilla que le impidió anexar a los Leones a la serie final de ese año.

En la Liga de Béisbol Profesional de la República Dominicana, Carty participó con las Estrellas Orientales, Águilas Cibaeñas y Tigres del Licey, encima del Escogido, logrando un total de 59 cuadrangulares, 292 impulsadas, 263 anotadas, 562 indiscutibles, .301 de promedio y .860 de OPS en 16 temporadas.

Sus números de por vida le colocan como uno de los mejores bateadores de la historia de la pelota nuestra.

Carty, que nació en San Pedro de Macorís, jugó durante 15 temporadas en las Ligas Mayores, logrando un título de bautizo (.366) con los Bravos de Atlanta en 1970, año en el que asimismo asistió al Juego de Estrellas.

Su promedio en el “gran show” fue de .299, pegó 204 bambinazos, remolcó 890 carreras, anotó 712 y conectó 1,677 indiscutibles, vistiendo los uniformes de los Bravos de Milwaukee, de Atlanta, Vigilantes de Texas, Cachorros de Chicago, Atléticos de Oakland, Indios de Cleveland y Azulejos de Toronto.

Por su trayectoria deportiva, Carty fue exaltado al Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano, en el ceremonial de 1989.

La ordenamiento de los Leones extiende las condolencias a toda la tribu Carty, pidiendo al Dios Todopoderoso que les cubra con su divina paz, en presencia de la pérdida irreparable de un gran deportista de béisbol.